Don Bosco y Madre Mazzarello gastaron toda su vida para dar una respuesta concreta a las preguntas de los muchachos y las muchachas de su tiempo. Ellos fueron un regalo de Dios para la vida, la alegría y la esperanza de mucha gente. Lo fueron de modo especial para los jóvenes, sobre todo para los más pobres.

En Valdocco y en Mornese no existía tensión entre el trabajo y la oración, entre Dios y la humanidad, ente el diálogo de tú a tú con Dios en la oración y la conciencia de experimentarlo presente en la vida. Ellos estaban convencidos de que era posible encontrar a Dios no sólo en la Iglesia, durante la oración, sino también en el ritmo del trabajo y de la vida ordinaria, en el taller, en el aula y en el patio.
“El ‘Dios te ve’ que estaba escrito en los pasillos de Valdocco y el ‘cada puntada de aguja sea un acto de amor a Dios’, que resonaba en salón de costura de Mornese, eran el lenguaje con que Don Bosco y Madre Mazzarello expresaban su convicción.”
La verdadera piedad, nos enseña María Mazzarello, “consiste en el cumplir todos nuestros deberes en su tiempo y lugar y sólo por amor de Dios”.
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