viernes, 13 de mayo de 2011

Don Bosco y Madre Mazzarello expresaban su convicción.

Don Bosco y Madre Mazzarello gastaron toda su vida para dar una respuesta concreta a las preguntas de los muchachos y las muchachas de su tiempo. Ellos fueron un regalo de Dios para la vida, la alegría y la esperanza de mucha gente. Lo fueron de modo especial para los jóvenes, sobre todo para los más pobres.

Don Bosco y Madre Mazzarello, no se apartaban de su vida ordinaria para encontrar al Señor. Para ellos vivir en la presencia del Señor no suponía escaparse de la vida cotidiana. Amaban la vida: la propia y la de los jóvenes. Por eso eran capaces de acoger toda la realidad juvenil buscando con pasión la salvación total de los jóvenes, convencidos de que Dios está presente también en el corazón de aquéllos que están más hundidos en el mal.

En Valdocco y en Mornese no existía tensión entre el trabajo y la oración, entre Dios y la humanidad, ente el diálogo de tú a tú con Dios en la oración y la conciencia de experimentarlo presente en la vida. Ellos estaban convencidos de que era posible encontrar a Dios no sólo en la Iglesia, durante la oración, sino también en el ritmo del trabajo y de la vida ordinaria, en el taller, en el aula y en el patio.

“El ‘Dios te ve’ que estaba escrito en los pasillos de Valdocco y el ‘cada puntada de aguja sea un acto de amor a Dios’, que resonaba en salón de costura de Mornese, eran el lenguaje con que Don Bosco y Madre Mazzarello expresaban su convicción.”

La verdadera piedad, nos enseña María Mazzarello, “consiste en el cumplir todos nuestros deberes en su tiempo y lugar y sólo por amor de Dios”.

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