¿Por qué?, pues porque la piedra angular de la reflexión pastoral del pensamiento de Monseñor
Romero es el evangelio; todos los tomos de sus homilías que recopiló primero, una gran mujer amiga mía: María Julia Hernández conocida como la Madre de las víctimas, y que posteriormente fueron reeditadas por Miguel Cavada Diez, con referencias y citas de los grandes padres de la iglesia y el magisterio latinoemericano y universal, nos demuestran que su encuentro con la biblia fue extrordinario, pudo contextualizar la palabra de Dios como una lámpara para discernir entre las sombras y la luz.
Thomas Greenan en su tesis Doctoral1 afirma que al escrutar los signos de los tiempos,a la luz de la palabra de Dios, en El Salvador, monseñor Romero tomó conciencia de la existencia del hambre, de la pobreza extrema y del analfabetizmo. En concreto notaba la falta de tierras para los campesinos cuya vocación es la de trabajar la tierra.
A los pobres les falta la salud y el cuidado médico, la vivienda digna, y otros requisitos básicos
de la existencia humana. Testimoniaba la situación infrahumana de los marginados y excluidos a la para de una situación sumamente lujosa de los poderosos y ricos, y que sigue existiendo en la actualidad, en un abismo que separa a estos dos mundos. La injusticia es algo aún latente en nuestra sociedad, por ello la palbra de Dios choca con el pecado, por ello el pensamiento teológico pasrtoral de Romero seguirá chiocando contra el pecado.
Para los que gustan de las oraciones con mucha palabrería, lágrimas, testimonios de "conversión", vaya este texto: "La garantía de mi oración no es el mucho decir palabras, la garantía de mi plegaria es muy fácil de conocer: ¿cómo me porto con el pobre? Porque allí está Dios" (5 de febrero de 1978). No hay vuelta de hoja, el Espíritu Santo por medio de la palabra de Dios, siempre nos remite a los pobres, a esas mayorías que tanto estorban y molestan. Y los pobres no reclaman caridad, sino justicia. Oraciones en lenguas, vigilias, cantos, etc., todo muy "lindo", pero igualmente vacío.
Así lo pensaba Monseñor Romero: "Es muy bonito vivir una piedad de sólo cantos y rezos, de
sólo contemplación. Ya llegará eso en la hora del cielo, donde no habrá injusticias, donde el pecado no será una realidad que los cristianos tenemos que destronar" (19 de noviembre de 1978). Esto lo dijo el obispo que, por otra parte, más oración nos exigió.
Pero Monseñor Romero predicó una oración comprometida, no la sensiblería y el espiritualismo de ahora.
Hoy se lee más que nunca la Biblia, cosa buena, pero no hay que olvidar lo que Monseñor Romero nos dijo: "La Biblia sola no basta. Es necesario que la Biblia, la Iglesia la retome y vuelva a hacerla palabra viva. Una biblia que solamente se usa para leerla y vivir materialmente apegados a tradiciones y costumbres de los tiempos en que se escribieron esas páginas es una biblia muerta" (16 de julio de 1978). Como lo mencioné al inicio del artículo que se me pidió escribir: Es del espíritu Santo la iluminación desde el pensamiento de mosnseñor Romero.
Algunos pensamientos de monseñor Romero para la reflexión:
No podemos segregar la palabra de Dios de la realidad histórica en que se pronuncia, porque no sería ya palabra de Dios, sería historia, sería libro piadoso, una biblia que es libro de nuestra biblioteca. Pero se hace palabra de Dios porque anima, ilumina, contrasta, repudia, alaba lo que se está haciendo hoy en nuestra sociedad (27 de noviembre de 1977).
Eso quiere la Iglesia: inquietar las conciencias, provocar crisis en la hora que vive. Una Iglesia que no provoca crisis, un Evangelio que no inquieta, una palabra de Dios que no levanta roncha como decimos vulgarmente, una palabra de Dios que no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿qué evangelio es ése?
Consideraciones piadosas muy bonitas que no molestan a nadie, y así quisieran muchos que fuera la predicación. Y aquellos predicadores que por no molestarse, por no tener conflictos y dificultades evitan toda cosa espinosa, no iluminan la realidad en que se vive, no tienen el valor de Pedro de decirle a aquella turba donde están todavía las manos manchadas de sangre que mataron a Cristo: "¡Ustedes lo mataron!". Aunque le iba a costar también la vida por esa denuncia, la proclama. Es el Evangelio valiente, es la buena nueva que vino a quitar los pecados del mundo (16 de abril de 1978).
Una muy salesiana:
Que se capacite a los niños y a los jóvenes a analizar la realidad de su país. Que los prepare para ser agentes de transformaciones, en vez de alienarlos con un amontonamiento de textos y de técnicas que los hacen desconocer la realidad. Así hay muchos técnicos, muchos sabios, muchos profesionales que saben su ciencia, su profesión, pero que son como ángeles, desencarnados de la realidad en que actúan su profesión. Lo primero que debe buscar una educación es encarnar al hombre en la realidad, saberla analizar, ser críticos de su realidad. Una educación que sea educación para una participación política, democrática, consciente, Esto, ¡cuánto bien haría! (Homilía 30 de abril de 1978, IV p. 194).
Como vemos el pensamiento de monseñor Romero es actual no por si mismo, es actual porque la Palabra de Dios esta al origen de su ministerio episcopal, dará esperanza pero también denunciará la injusticia en nuestro país y en cualquier oarte del mundo donde la el ser humano sea violentado en su dignidad como hijo e hija de Dios.
Roberto Damas - SSCC